Homenaje a los Primates de Laboratorios

Primates en Laboratorios; A la Memoria de Jerom


El 13 de Febrero se cumplen 21 años desde que un chimpancé llamado Jerom murió en un laboratorio norteamericano producto de investigaciones para el SIDA. Jerom fue separado de su madre e inoculado con el virus a los 2 años de edad y murió cuando era un adolescente de 14 años. El vivió solo y enfermo, tenía miedo a los humanos y nunca tuvo contacto con otros chimpancés, cuando murió no habia visto el sol ni sentido la lluvia sobre su cuerpo.

Jerom vivió toda su vida encerrado en una horrible jaula de laboratorio y fue uno de los miles de chimpancés infectados por los investigadores para encontrar la cura contra el SIDA.

Por cerca de 25 años los investgadores han utilizado monos y simios para desarrollar drogas y vacunas contra el SIDA y en estos 25 años no se ha encontrado la vacuna o la cura para la enfermedad.

Rachel Weiss, una cuidadora del laboratorio norteamericano le prometió a Jerom recordarlo cada Febrero y difundir su historia para que las personas entiendan la crueldad que envuelve la investigacion con animales, decidió no celebrar su nacimiento porque Jerom nació en el laboratorio solo para sufrir y decidió conmemorar su muerte para recordar a los humanos que no tienen derechos adquiridos sobre los animales que viven en la tierra y que a veces las decisiones eticas no son siempre las que facilitan nuestra vida.

Recordando a Jerom, rendimos un homenaje a todos los monos capuchinos que murieron en manos de los investigadores de la Universidad Católica y a Platón, el mono capuchino que murió en el laboratorio de neurociencias de la Universidad de Chile.

La muerte de estos monos no ha sido en vano, ha creado conciencia en la juventud de que la ciencia debe evolucionar buscando alternativas que no impliquen sufrimiento animal. Somos miles y miles los chilenos que pensamos que los animales no estan en la tierra para servirnos, son nuestros compañeros de ruta en esta vida que nos tocó vivir.

Rachel Weiss conoció a Jerom y fue el humano que lo acompañó en su agonía y estuvo junto a él cuando murió. Ella pidió que Jerom sea recordado cada 13 Febrero como un simbolo de la lucha contra la utilización de primates en laboratorios.

Elba Muñoz López, Directora del Centro de Rehabilitación y Rescate de Primates de Peñaflor, expresa lo siguiente:

El chimpancé Jerom cumpliría 20 años este mes, ¿Vivió la vida como la vivieron sus ancestros?

Él debió vivir en la selva, decidiendo sabiamente cómo emplear su tiempo, admirando la sabana desde la copa de una higuera, persiguiendo monos de cola roja entre los árboles, siguiendo a un compañero entre la maleza. Él debió convertirse en un individuo atractivo e imponente, con un pelaje y rostro oscuro delatando un aspecto reservado. Él debiera haber poblado la selva con su descendencia, asegurando el futuro de los chimpancés salvajes.

Jerom nunca vivió esa vida. Él fue creado por humanos, para que nosotros podamos tener nuestra inalcanzable meta de vivir sin enfermedades. Estos inteligentes individuos no tienen derecho a opinar antes de que sus vidas sean robadas para ser usadas en investigaciones biomédicas.

Relato de Rachel Weiss

Jerom vivió hasta cerca de los 14 años en el Centro de Investigación de Primates Yerkes, un laboratorio financiado por el Estado, en Atlanta, Georgia.

Él fue sacado de los brazos de su madre cuando era un infante, criado como huérfano e infectado de forma experimental con el VIH a los dos años de edad.

Cuando lo conocí 11 años después, Jerom estaba solo y agonizando. En vez de una figura imponente, presentaba un cuerpo delgado y demacrado. Tenía el pelaje opaco, la piel pálida, los ojos hundidos de padecer tanta fiebre y temor. Desconfiaba de los humanos, se sentía inseguro de sí mismo y frustrado por su vida. Él sufrió en todas las formas posibles que un chimpancé enjaulado puede sufrir, para luego morir. Para las personas que lo crearon, su único valor fue la información que pudieron obtener de su sangre. Para mí, todo acerca de Jerom tuvo valor.

Si Jerom estuviera vivo hoy, seguramente estaría solo, a la vista de otros chimpancés que nunca habría podido tocar. Si hoy tuviera 20 años, hubiese pasado los últimos 18 encerrado, sin sentir, aunque sea una vez, el aire fresco o la luz del sol en su rostro. En 18 años, hubiera pasado cada día en una celda de concreto húmedo. Su única entretención sería dada por alguna persona en la forma de un juguete plástico, una caja de cartón y ocasionalmente dibujos animados en la televisión. Jerom hubiese pasado sus últimos 18 años comiendo aquello que los humanos quisieron que él comiera, sin importar lo que a él le gustara, ni tampoco cuando estuviera hambriento.

Jerom murió hace doce años, un 13 de febrero. Ya no tiene que soportar aquel trato – bajo condiciones creadas por legisladores e investigadores- estipulado por el ‘Decreto del Bienestar Animal’; pero consideradas crueles y barbáricas por muchos de nosotros que hemos estado ahí.

Pero Jerom quizás tuvo suerte; porque diez de sus compañeros aún continúan en Yerkes. Dos de ellos -Buster y Nathan- han estado enjaulados solos durante años, tal como Jerom.

Imaginen; cientos de días sin el contacto con otros, a excepción de algún humano vestido de látex cuando éste lo estimara conveniente.

Los otros ocho chimpancés viven de a dos o tres, pero sufren las mismas condiciones de confinamiento y abuso.

Buster y Nate tienen un poco más de edad de la que tendría hoy Jerom. Las razones para su asilamiento social son desconocidas. No se sabe que alguno de ellos haya desarrollado los síntomas clínicos del SIDA, por lo que no estarían aislados por motivos de salud. Es posible que a Yerkes no le convenga darles ese beneficio que sin duda ellos anhelan.

Cada año escribo esta historia para conmover a las personas. Si estás leyendo esto porque eres parte de la lucha en contra de las investigaciones biomédicas de este tipo; entonces continúa peleando.- Ellos te necesitan.

Si estás leyendo esto sin conmoverte, entonces déjame probar otra táctica. En los cerca de veinte años en que los chimpancés han sido utilizados para experimentos biomédicos para la prevención del SIDA y vacunas, ninguna droga, vacuna o avance ha sido descubierto o creado como resultado del estudio con chimpancés.

Con la posible excepción de Jerom, los chimpancés no desarrollan el SIDA; el virus actúa de una forma muy distinta en el sistema inmune de ellos respecto de los humanos

Ahora, si realmente no te importan los chimpancés, entonces considera todos los recursos económicos gastados en ellos; recursos que podrían haber sido destinados en ayudar, en efecto, a los humanos. Millones de dólares gastados en su mantenimiento, sin mencionar los millones desperdiciados en investigación, en tiempo y en energía.

Mi opinión no es la única. Grupos de médicos de todo el mundo se han unido en protesta, no por las condiciones inhumanas de la vida en los laboratorios, sino por las premisas científicas fallidas de estos experimentos biomédicos.

Y esto se refiere no sólo al trabajo con chimpancés, sino también a los estudios con los miles de monos, perros, conejos y otros seres no-humanos. Cada uno de estos individuos sufre por nuestras necesidades médicas; nuestros impuestos sostienen un sistema arcaico y engorroso, que produce – como mucho- resultados insignificantes.

Los avances tecnológicos combinados con los estudios epidemiológicos y clínicos, han demostrado resultados mejores –y más aplicables- para los humanos.

Entonces considera estos aspectos económicos y médicos, sumados a las dimensiones éticas de lo que estoy relatando.

200 chimpancés con SIDA languideciendo en celdas –algunas grandes y otras pequeñas, todas artificiales y restrictivas- en todo Estados Unidos. Más de 1500 chimpancés utilizados en estudios de hepatitis, malaria, gota, reproducción, y otras condiciones humanas; y otros chimpancés que ni siquiera han sido estudiados, los cuales pueden tener un poco más de espacio y la posibilidad de oler el aire fresco, pero aún viviendo privaciones en los laboratorios alrededor del mundo.

Cada uno de ellos tiene un rostro, un nombre, una personalidad. Cada uno ha sido esclavizado porque los humanos han decidido que esta injusticia es justificada.

El decreto CHIMP (de su sigla en inglés, Protección, Mantenimiento y Mejora de la Salud de los Chimpancés), que fue promulgado el año pasado para otorgar alternativas a las instalaciones de los laboratorios, es posible que mejore las vidas de algunos de estos individuos en los años que vienen, al trasladarlos a áreas más extensas y grupos sociales más grandes. Sin embargo, este decreto no es suficiente.

Para remediar estas injusticias, las investigaciones en chimpancés deben parar.

Las recientes muertes de los chimpancés Pablo y Annie, amados residentes de Fauna Foundation (único santuario de chimpancés en Canadá), prueban que no es suficiente sacarlos de aquellos laboratorios. Pablo y Annie no eran individuos viejos, y cuatro años de amor incondicional en el santuario no compensaron las décadas que pasaron bajo estudios y experimentos.

Lo más notorio en sus autopsias, fue la masiva unión entre sus órganos, causada por los constantes dardos (el método preferido por los laboratorios para sedar a los chimpancés). No existe amor posible para reparar el daño causado.

Colocar a los chimpancés en celdas más grandes con acceso al exterior, y la posibilidad de tener grupos sociales, escoger sus alimentos, y utilizar otras alternativas de sedación, es un paso, pero no es suficiente, ni tampoco es lo que ellos se merecen.

Ellos merecen respeto, merecen no vivir al servicio de los humanos. Lo único que no pueden tener nunca en cautividad, es la libertad completa de decisión; la única cosa que define a la gente verdaderamente libre. Y ellos son gente –no humanos- pero gente, y nosotros provocamos, no sólo a ellos, sino a nosotros mismos también, un grave daño al tratarlos como si hubieran nacido para servirnos, y no tener las vidas dignas que podrían vivir.

Sus vidas, a pesar de lo que las investigaciones proclaman, no pertenecen a nadie más que a sí mismos, y lo que más necesitan, es ser tratados dignamente.

Las investigaciones han cobrado la vida de muchos chimpancés, y todos ellos, han partido a edades mucho más tempranas de las que les corresponde.

– Manual: Interno en el Laboratorio Yerkes, VIH+, murió por causas desconocidas el 17 de Abril de 2001, a la edad de 22 años.

– Sonia: Interna en Yerkes, murió por falla orgánica, en una pequeña jaula, sin su familia, el 5 de Junio de 2001, a la edad de 42 años.

– Gina: Interna en Coulston Foundation (Laboratorio de New Mexico), murió por exposición al sol y el calor, al quedar encerrada al exterior, el 5 de Junio de 2001 a la edad de 12 años.

– Sellers: Interno en Yerkes, murió el 11 de Junio de 2001 a la edad de 18 años, al estrangularse accidentalmente en su pequeña jaula cuando se encontraba sin supervisión.

– Pablo: Residente de Fauna Foundation, murió el 6 de Octubre de 2001 a los 31 años, por exceso de cicatrices internas, y su mal estado de salud general.

– Annie: Residente y matriarca en Fauna Foundation, murió el 10 de Enero de 2002 a los 42 años, por gangrena intestinal y su mal estado de salud en general.

– Koen: Interno en el Laboratorio holandés BPRC, VIH+, murió el 29 de Enero de 2002, a los 28 años de edad, por causas desconocidas.

Estos son sólo algunos individuos con amigos humanos que se preocupan por contar sus historias. Pero sin duda, existen muchos más. En memoria de todos ellos, y los dos bebés que recientemente fueron sacados de los brazos de sus madres en la Fundación Coulston para ser vendidos a la industria del entretenimiento, para que podamos disfrutar de comerciales de televisión, y en nombre de los que aún quedan en el Proyecto SIDA de chimpancés en Yerkes – Buster, Nathan, Arctica, Joye, Betsie, Jonah, Marc, Roberta, Tika y Hallie; les pido los recuerden a ellos, así como también a Jerom.

Rachel Weiss.